agosto 21, 2007

Llamo uno a uno a los testigos de mi soledad, me olvido de sus adjetivos y su temporalidad. Se tienen que hacer presentes porque ella, mi Soledad, va a regresar. Su entrada será dolorosa. Aquí están las primeras gotas, las que la hacen sonreir. Aquí están las mentiras, sírvanse la que más le guste y no olviden que la verdad es el postre. Mis ojos son ciegos ante tanto dolor. Va a pasar, siempre pasa. En cuanto entre todo será calma, podré volver a caminar, tal vez pueda respirar. Ya vienes y no duele, yo ya estaba enamorada de mi soledad. Es sólo que a veces quisiera guardarme completa en mi mano y que una fuerza ajena me arrojara lejos de mi propia vida.

agosto 06, 2007

Voy naciendo




Yo no quería nacer, mi negación era rotunda: vueltas desordenadas para atarme, intentos inseguros de quedarme. Cuatro horas de disputa entre mi necedad y lo inevitable, sin bajar, sin salir... viviendo de miedo. Dispuesta a todo para conservarme así: húmeda... incluso a ahogarme. Sin embargo nací, por la fuerza de lo irremediable, ignorando el presentimiento de mis carencias, de mis circunstancias. La ciencia aplastó mi primer intento suicida mientras el amor humedeció mi bienvenida, con lágrimas, con sangre, con gotitas. Tuvo que llover a las seis, así me llamaron, ese es ahora mi ritmo vital. Luego vinieron los días: aprendiendo rutinas, cambiando monotonías, llenando y vaciando, (el hueco de allá, el hueco de aquí), fingiendo vidas, buscándome a mí. Veintiún años después me reencuentro, con tinta en mi mano, escuchando otra vez (por primera vez) a la lluvia que me canta. Presencio con asombro mi nacimiento voluntario, me doy a luz anestesiada de poesía, con los versos mojados, en esta casa desbordada... con la soledad humedecida y el miedo evaporado. Empiezo sin cuentas nuevas, ni borrones, cargo con mis tiempos inertes. Vuelvo a nacer hoy, en este minuto, y mañana, en el siguiente segundo. Me regalo un ayer de esperanza para inundar este instante en que finalmente... Muero de vida